La paciencia no es una habilidad muy fomentada por casi ninguna institución actual; por el contrario, valores culturales como la velocidad y el exceso de actividades, promueven la impaciencia. La comunicación interpersonal, la comunicación oral, la comunicación escrita y la comunicación digital, requieren capacidades específicas muy vinculadas al desarrollo de la paciencia. Una paciencia que dista mucho de la idea de paciencia-mística ya que se trata de una paciencia-habilidad, y como tal, accesible y entrenable: esperar y estar en calma mientras se espera, se puede enseñar y se puede aprender. El estar aquí y ahora es un principio para la salud y para la comunicación, el mejor modo de evitar la ansiedad y trabajar la paciencia es estar en este momento, es decir, dirigir la atención -conscientemente- a este momento. Ni adelantarse ni atrasarse. “Ajustarse” a los tiempos y los recursos de los que disponemos y de los que no disponemos, administrarlos de acuerdo a las circunstancias reales.
Claro que, visto desde la lógica de la velocidad y la inmediatez, suena ridículo. Especialmente cuando observamos nuestra interacción con el ambiente y la tecnología. El abuso de las pantallas tiene consecuencias inmediatas para el cuerpo (dolor de cuello, visión borrosa, tendinitis en la mano del mouse), la inteligencia (pérdida de la memoria para retener datos básicos, dificultad para leer textos largos), el lenguaje (modificación de la ortografía y la sintaxis), la sociabilidad (desconexión con el entorno físico, necesidad de transmitir lo que se está haciendo por redes sociales y necesidad de validación de un otro virtual de ese hacer), y consecuencias a largo plazo. El modo en que vivimos la tecnología, el modo en que nos estamos relacionando con las tecnologías, es contrario al desarrollo de la paciencia y otras habilidades necesarias para la comunicación -mediada y no mediada1-, entre personas. Por eso aquí proponemos ser pacientes activos/as y el primero de la lista es uno mismo.
Paciente activo
Comúnmente se dice que la paciencia es algo a “tener” por otras personas: “qué paciencia que te tengo”, pero la primera paciencia a desarrollar es con uno mismo y como consecuencia se desarrolla paciencia -también coherencia!- con los demás. En nuestra comunicación personal algunas acciones podrían ser, paciencia para:
- Hacer, ver, leer y escuchar una cosa a la vez.
- Leer el mail entero antes de preguntar.
- Diferenciar los tiempos de la tecnología y los tiempos de mi cuerpo.
- Reconocer mis necesidades reales.
- Renunciar al “óptimo” y trabajar en lo perfectible.
- Desarrollar la idea antes de expresarla.
- Compartir informaciones con otros, pedir y esperar feedback.
- Aceptar el error como parte fundamental de la comunicación.
- Hablar aún con miedo.
- Dedicar tiempo a la lectura de textos lineales.
- Ser pedagógico/a.
- Hacer pausas en los momentos de mayor trabajo.
Ahora bien, planteada la necesidad de ser pacientes con nosotros podemos avanzar con los demás. Paciencia con las demás personas para:
- Escuchar lo que dicen en su contexto (o intentar reponerlo).
- Revisar: estoy escuchando a mi interlocutor o estoy escuchándome a mí pensando a mi interlocutor.
- Fluir, posponer, cambiar de plan, adaptarse.
- No estar de acuerdo. Acordar.
- Reconocer los pensamientos y emociones propios, los del otro (empatía!) y actuar en consecuencia.
- Confrontar.
- Acompañar en los procesos y dejarse acompañar en los procesos.
- Disculparse y aceptar disculpas.
- Entender o aceptar su ritmo.
- Seleccionar las partes del discurso o de la idea que son válidos cuando se presentan confusos.
- Conversar cara a cara (aunque sea a través de la cámara).
- Decir las cosas como si fuera la primera vez.
Con lo dicho se puede hacer cultura empresaria, técnica de grupo, método conversatorio, manual de inducción, protocolo de comunicación, saludo de año nuevo, fascículos coleccionables… Sin embargo, aunque existen muy buenas experiencias, el ejercicio-entrenamiento de competencias transversales, entre ellas la comunicación y la paciencia, todavía es muy marginal en la mayoría de las instituciones con capacidad para generar cambios culturales significativos. Las organizaciones tienen una gran oportunidad de ser agentes de ese cambio.
Imagen: “Patience” by Taieb M.
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