Didáctica Magna de Juan Amós Comenio (1630). Caprichoso extracto del Blog de Borzani Comunicación.
CAPITULO X. LA ENSEÑANZA EN LAS ESCUELAS DEBE SER UNIVERSAL
- Ahora tócanos demostrar que: En las escuelas hay que enseñar todo a todos.
CAPITULO XI. HASTA AHORA HEMOS CARECIDO DE ESCUELAS QUE RESPONDAN PERFECTAMENTE A SU FIN
- Para educar a la juventud se ha seguido, generalmente, un método tan duro que las escuelas han sido vulgarmente tenidas por terror de los muchachos y destrozo de los ingenios, y la mayor parte de los discípulos, tomando horror a las letras y a los libros, se ha apresurado a acudir a los talleres de los artesanos o a tomar otro cualquier género de vida.
CAPÍTULO XII. LAS ESCUELAS PUEDEN REFORMARSE PARA MEJORARLAS
- Prometemos una organización de las escuelas con la que: (…)
- Que se le prepare para adquirir un conocimiento verdadero y sólido, no falso y superficial; es decir, que el animal racional, el hombre, se guíe por su propia razón, no por la ajena; no se limite únicamente a leer y aprender en los libros pareceres y consideraciones ajenos de las cosas, o a retenerlas en la memoria y recitarlas, sino que sea capaz de penetrar hasta la médula de las cosas y conocer de ellas su verdadera significación y empleo. En igual medida hay que atender a la solidez de costumbres y piedad.
CAPITULO XVII. FUNDAMENTOS DE LA FACILIDAD PARA ENSEÑAR Y APRENDER
- Ordinariamente se ha pecado de un modo enorme en las escuelas contra este fundamento. La mayor parte de los Preceptores intentan sembrar hierbas en vez de semillas y plantar árboles en lugar de tallos, cuando pretenden imbuir en los discípulos el caos de las conclusiones diversas y textos completos en lugar de los principios fundamentales. Siendo así, que tan cierto es que el mundo se compone de cuatro elementos (en formas muy variadas) como que la erudición se basa en poquísimos principios, de los cuales se deduce una infinita multitud de consecuencias del mismo modo que pueden surgir cientos de ramas y miles de hojas, flores y frutos de un árbol de raíz muy firme. ¡Quiera Dios compadecerse de nuestro siglo y abrir a alguno los ojos del entendimiento para que vea con claridad las relaciones de las cosas y las muestre a los demás!
- Entretanto tengamos presente estas tres conclusiones: I. Toda arte debe ser encerrada en reglas brevísimas, pero muy exactas. II. Toda regla ha de ser expresada en muy pocas palabras, pero claras en extremo. III. A toda regla han de acompañarse muchos ejemplos para que su utilidad sea manifiesta, por muchas aplicaciones que la regla tenga.
- Ha sido un destrozo para la juventud: 1. Dedicar seis, siete u ocho horas cada día a lecciones y ejercicios públicos y algunas otras a los privados. 2. Recargar, como hemos visto a menudo, hasta la saciedad o el delirio de dictados que hacer, ejercicios que componer y mucho que aprender de memoria.
- Por lo mismo es cruel el Preceptor que al encomendar un trabajo a los discípulos, ni les manifiesta con claridad en qué consiste, ni les enseña cómo debe ejecutarse ni mucho menos auxilia a quienes lo intentan hacer, sino que les obliga a sudar y angustiarse, y si hacen algo malo, los maltrata. ¿Qué es esto sino un sacrificio sangriento de la juventud?
- Aumentarás la facilidad en el discípulo si le haces ver la aplicación que en la vida común cotidiana tiene todo lo que le enseñes.
CAPITULO XVIII. FUNDAMENTO DE LA SOLIDEZ PARA APRENDER Y ENSEÑAR
- Lamenta mucha gente, y los mismos asuntos lo confirman, que sea tan reducido el número de los que sacan de las escuelas una erudición sólida y en cambio la mayor parte apenas pasan de la superficie y la apariencia.
- Si investigas la causa, hallarás que es doble. O porque las escuelas se dedican a lo endeble y frívolo, dejando lo fundamental, o porque los escolares dejan olvidar lo que aprendieron, haciendo pasar su entendimiento por muchos estudios sin provecho.
CAPITULO XIX. FUNDAMENTOS DE LA ABREVIADA RAPIDEZ EN LA ENSEÑANZA
- Alguno dirá que todo esto es sumamente laborioso y prolijo en extremo. ¿Cuántos Preceptores, cuántas bibliotecas, cuántos trabajos serán necesarios para esta enseñanza universal? Respondo. En efecto; si no hallamos el modo de abreviarlo es asunto de gran magnitud y de no escaso trabajo. El arte es tan vasto, extenso y profundo como el mismo mundo que sometemos a nuestro ingenio. ¿Pero quién es el que desconoce que lo extenso puede contraerse y lo laborioso convertirse en sencillo? ¿Quién ignora que los tejedores tejen rapidísimamente miles de millares de hilos y con maravillosa variedad reproducen imágenes distintas?
CAPITULO XXIII. MÉTODO DE LAS COSTUMBRES
- El arte de formar las buenas costumbres puede expresarse en 16 reglas. La primera de las cuales es: Todas las virtudes, sin exceptuar ninguna, deben ser inculcadas a la juventud. Nada puede suprimirse en la rectitud y honestidad sin causar vacíos o desconcierto.
- En primer lugar, las virtudes fundamentales que llaman cardinales: PRUDENCIA, TEMPLANZA, FORTALEZA y JUSTICIA.
- Los jóvenes tendrán resistencia para los trabajos si están siempre haciendo alguna cosa, ya en serio, ya por recreo. A este propósito no interesa el qué y cómo se haga, sino que se haga. Puede muy bien aprenderse por recreo una cosa, que sea de gran utilidad si llega la ocasión. Y (como ya dijimos en otra parte) lo que ha de hacerse se aprende haciéndolo, así también trabajando se aprende a trabajar, a fin de que la ocupación constante (aunque siempre moderada) del alma y del cuerpo engendre la destreza y haga intolerable la indolente ociosidad al hombre diligente. Así será verdad lo que dice Séneca: El trabajo produce ánimos generosos.
- Desde el primer momento hay que inculcar en los niños aquella otra virtud hermana de la justicia: la prontitud y buen deseo de ser útil a los demás.
CAPITULO XXIV. MÉTODO DE INCULCAR LA PIEDAD
- A medida que los niños puedan ir siendo educados, debe, ante todo, hacérseles comprender que no estamos aquí por esta vida, sino que tendemos a la eternidad; esto solamente es un tránsito, a fin de que, convenientemente preparados, seamos dignos de entrar en las eternas mansiones. Lo cual es muy fácil de enseñar mediante los ejemplos cotidianos de aquellos a quienes nos arrebata la muerte y pasan a la otra vida, lo mismo niños que adolescentes, jóvenes o ancianos. Con frecuencia se debe recordar todo esto, a fin de inculcar la consideración de que nadie puede, en modo alguno, fijar aquí su morada.
CAPITULO XXVI. DE LA DISCIPLINA ESCOLAR
- La disciplina más rigurosa no debe emplearse con motivo de los estudios o las letras, sino para corrección de las costumbres. Porque si los estudios se organizan rectamente (como antes hemos preceptuado), serán por sí mismos estímulos para los entendimientos, y atraerán y arrebatarán todos con su dulzura (exceptuando los monstruos humanos). Si acontece lo contrario, no es por culpa de los que aprenden, sino de los que enseñan. Porque si desconocemos la manera de llegar a las inteligencias, en vano intentaremos aplicar la fuerza. Los azotes y los golpes no tienen eficacia alguna para despertar en las mentes el amor a las letras; poseen, por el contrario, la virtud de engendrar en gran cantidad el tedio y odio del espíritu hacia ellas. Por lo cual si alguna vez se advierte la enfermedad del espíritu, que repugna los estudios, debe tratarse con régimen y remedios dulces, mejor que exacerbarla más con asperezas.
Juan Amós Comenio. Didáctica magna. México: Editorial Porrúa, 1998 [1630].
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Jan Amos Komenský (pronunciación), en latín Comenius, derivando actualmente en el apellido Commentz (Uherský Brod, Moravia, 28 de marzo de 1592 – Ámsterdam, 15 de noviembre de 1670) fue un teólogo, filósofo y pedagogo nacido en la actual República Checa. Fue un hombre cosmopolita y universal, convencido del importante papel de la educación en el desarrollo del hombre. La obra que le dio fama por toda Europa y que es considerada como la más importante, es la Didáctica Magna, y su primera edición apareció en el año de 1630. Le dio importancia al estudio de las lenguas y creó una obra llamada Puerta abierta a las lenguas. Se lo conoce como el Padre de la didáctica. En su obra Las nuevas realidades, Peter Drucker realza la posición de Comenio como el inventor del libro de texto, en un intento (exitoso por cierto) de incentivar la autonomía del proceso formativo para evitar que el gobierno católico eliminara del todo al protestantismo en la República Checa. «Si la gente lee la Biblia en casa, no podrá confundirse» fue el pensamiento de Comenio. Los grandes aportes realizados a la Pedagogía, sus viajes por diferentes países de Europa (en muchos de ellos, invitado por reyes y gobernadores), y la alta preparación y constancia en su labor de educar, le valieron el título de “Maestro de Naciones”.
“Comenio” en Wikipedia.